viernes, 26 de junio de 2020

LA CERTEZA


Artículo escrito por MANEL DELGADO CAÑADA, Entrenador nacional de fútbol, Director Técnico de la RFEF, especialista universitario en fútbol por la Universidad Camilo José Cela, Profesor y ponente en diversas instituciones com la FCF o la Universidad del Pais Vasco.

Todos los aficionados al fútbol tienen su equipo. Se identifican con un escudo, con unos colores, con una historia. Todos y cada uno de nosotros, la inmensa mayoría desde muy temprana edad, hemos sido cautivados por unos ídolos, por una imágenes, por unos sonidos que nos han hecho identificar nuestra preferencia y mantenerla a lo largo de nuestra existencia. Todos los niños y niñas del mundo han crecido con un jugador o grupo de jugadores que les ha cautivado, les ha hecho soñar que compartían un campo con ellos y que eran protagonistas, junto a sus ídolos de las más maravillosas gestas deportivas. Todos y cada uno. Todas y cada una. Y lo más extraño y mágico es que esos sueños se han mantenido a lo largo de una vida entera y no es infrecuente el anciano que se despierta habiendo soñado con ser protagonista de un gol vital, de última hora de su equipo. Pensamos que el nuestro es el mejor. Creemos que el que nosotros defendemos es el más grande. Sentimos que nuestro equipo, nuestro club, es el más admirado del planeta y que todos los grandes jugadores, en sueños, han vestido su camiseta. Sólo unos pocos escogidos lo han conseguido realmente, pero todos lo han soñado. Por los siglos de los siglos, en cada aficionado habita un convencido, un abnegado entusiasta que no decae en su ánimo, pase lo que pase, gane o pierda su equipo. Y aunque nuestro maravilloso deporte no tenga aún cumplidos los dos siglos, pocas adhesiones más ciertas que la que tiene el hombre hacía su equipo de fútbol. La historia de la Humanidad nos ha demostrado que las traiciones, los cambios de alianzas, las adhesiones a ideas y a personas, mudan. Que el amor rara vez es eterno y que la pasión se disuelve con el tiempo, dejando paso a sentimientos más pausados, cuando no extinguiéndose de manera definitiva y eterna. 

Sólo podemos consignar una excepción a esa norma. Nuestro equipo de fútbol.

Y claro está, siendo como es un deporte competitivo, en el fútbol tiene que haber un “mejor equipo”. En el fútbol tiene que haber un “equipo más grande” y, por supuesto, en el planeta debe haber un referente mundial, para todos los demás equipos. Y nosotros, mis queridos lectores madridistas, somos los llamados a ostentar ese honor. Somos los aficionados del Real Madrid, C.F. los encargados de lucir orgullosos esa distinción. Lo que los demás, todos los demás, pueden decir un día, nosotros lo podemos decir cada día. Lo que los demás aspiran, sueñan y suspiran por ser, es lo que nosotros somos. Cualquier éxito que consigan para su palmarés, nosotros lo tenemos. Cualquiera de ellos. Sea cuál sea el motivo de legítimo orgullo que puedan sentir por una actuación gloriosa, épica o extraordinaria, saben (por supuesto que lo saben...), que nosotros, los blancos, lo hicimos antes que ellos y que a nada que se descuidan lo volvemos a hacer, para su frustración perenne. Cualquier aficionado al fútbol del mundo puede exigir que su equipo sea favorito, pero nosotros inventamos esa postura vital; queremos ganar siempre, siempre somos favoritos y ellos lo saben. Todos los aficionados exigen a los suyos que se dejen todo en el campo, en el Bernabéu nadie perdona que no sea así y es de los lugares del deporte donde pesa tanto un esfuerzo titánico como una acción de pura magia. Si hay un equipo que pueda hacer posible lo que parece imposible ese es el nuestro. Los demás aspiran a arrebatarnos esa manera de entender el fútbol, quizás de entender la vida, pero por mucho que lo intenten no parecen ni acariciar las cotas de excelencia que hemos alcanzado nosotros. Reconocer que su esfuerzo es baldío no es sencillo y de ahí que retuerzan la historia, inventen manos negras a conveniencia, manoseen cuando no mancillen nuestros logros. Es condición humana. La envidia y la explicación esotérica siguen en nuestros genes. Total, desde que Tales de Mileto empezó a explicar el mundo huyendo de la magia y dando origen a la Filosofía y el conocimiento científico, sólo han pasado algo más de veintiséis siglos. Poco para alguna mentes obtusas y obstinadas en arrebatarle el mérito al que lo consigue, para explicar su propio fracaso, su rabia y su frustración permanente. Y ya sabemos todos qué equipo es el que consigue más veces lo que los demás desean conseguir. 

Por ir concluyendo, lo que los demás aspiran a tener lo tenemos nosotros. Y no es otra cosa que la certeza. Pertenecemos al mejor club del mundo, al que tiene una historia más completa y posiblemente a pesar de lo que nos quieran acusar, la más gloriosa. Con toda certeza. Somos el referente mundial de este deporte y si seguimos haciendo las cosas bien y somos exigentes con nosotros mismos, lo seguiremos siendo. Con toda certeza también. Tenemos todo para conseguirlo; buena mano al timón, una estructura moderna y con capacidad de adaptación a las nuevas reglas del juego económico mundial, la mejor y más amplia masa social del mundo, jugadores que han sido, son y van a ser los mejores de cada momento y lo más importante de todo: tenemos la certeza de ser parte del mejor club del mundo. 

Hala Madrid. Por siempre.


martes, 16 de junio de 2020

MI NUEVO REAL MADRID, MI VIEJO REAL MADRID


Artículo escrito por ALEJANDRO ÁLVAREZ, madridista, a ratos empresario y tertuliano de CNTVQ.

Hola amigos:

No nos conocemos personalmente pero da igual, soy madridista y eso como vosotros nos convierte a todos en viejos conocidos.

Ayer por la tarde cuando me senté en mi vieja peña a ver nuestro Real Madrid sentí un cosquilleo especial y me vino de repente grandes recuerdos.

Algunos malos, como el gol de Tendillo que nos dejó sin liga ante el fastidio de mi padre y el llanto propio, escuchando a mi abuelo de una manera atribulada ante mi disgustazo, explicarme las excelencias de su Atleti y su añorado Luis Aragones en una vana esperanza supongo, de que al menos su nieto no fuera merengue. O esa final perdida frente al Liverpool ( a los madridistas las derrotas se nos quedan más grabadas que las victorias, supongo que por la falta de costumbre) con Juanito Navarro prediciendo en televisión española que ganábamos  3-1 (nunca mas volví a ver una película de el.)

Y por supuesto, la inmensa mayoría buenos, como la quinta del buitre con los centros de Michel, las piruetas de Hugo o ese instante en que Butragueño congelaba el mundo dentro del área, con los que pase de niño a adolescente. La séptima, abrazado a mi vecino, perico de pro, y convertido por un instante a la fe del club mas maravilloso del mundo, el 6-1 al Andelecht, la volea de Zidane, las paradas de Casillas, y esas siete copas de Europa que han visto mis ojos, y que resuenan en mi mente con un poderoso ¨´siuuuuuuuu´¨ y que se  fusionan con las 6 que me contaron mis mayores presididas siempre por la memoria del gran Alfredo, y que me llenan de orgullo. Orgullo vikingo.

Muchos recuerdos si, agolpados en mi mente en un instante. Y mientras empezaba esa primera cerveza y veía el gol de Kroos el otro dia por la tarde muchas certezas. Mi vida sin duda sin mi viejo Real Madrid hubiera sido mucho peor, y mi vida sin mi nuevo Real Madrid sería menos feliz.

Porque mientras los madridistas sepamos que nuestro equipo está ahí, siempre tendremos tiempo para sonreír, mirar a nuestros rivales, y con orgullo gritar, Hala Madrid!. 

lunes, 15 de junio de 2020

REFLEXIONES DE UN ÁRBITRO



Artículo escrito por SERGI ALBERT, árbitro de 1ª División (desde 1987 a 1990).

La labor del árbitro de fútbol ha sido, desde que tengo uso de razón, siempre muy cuestionada.

No pretendo convencer, pero si aportar algunas reflexiones.

Sin lugar a dudas los seguidores de cada club llevan el agua a su molino, ayudados por unas reglas que siempre dejan a criterio de cada uno la interpretación de demasiadas infracciones. Es decir, la subjetividad.

Ha esto hemos de añadir, cada vez más, la frase yo soy anti......

Para aumentar la polémica sólo falta la etiqueta del lugar donde viva el colegiado para hacerlo seguidor, del club o clubs de su Comunidad Autónoma, prohibiéndoles arbitrar a los equipos allí federados. Es decir, se duda de su neutralidad.

Curiosamente si, el trencilla, cambia su empadronamiento a otra región, ya puede dirigir encuentros de aquellos clubs a los que antes no podía hacerlo. Eso se llama incoherencia.

La coherencia, es a mi entender, lo que más falta en el mundo del fútbol, a todos los niveles y seguramente en muchas partes de nuestra sociedad.

Para muestra lo que está ocurriendo en la actualidad, como consecuencia de la pandemia provocada por el Coronavirus, Covid 19 o como prefieran denominarlo.

Pongo como ejemplo el número de cambios durante un encuentro, ahora será de cinco jugadores, con la excusa del más que posible aumento de lesiones.

Reflexionen, ¿no creen que ello beneficia a los equipos con más banquillo y presupuesto?, si dudan recuerden aquello tan repetido de que el banquillo de algunos equipos es mejor que el equipo titular de la mayoría de los otros.

Valoren, ellos se pueden abrazar, escupir, tocar o viajar a cualquier lugar de la geografía española, mientras que el resto de la población lo tenemos prohibido.

Sólo con lo hasta aquí expuesto, hay más motivos, les pido que defiendan a su equipo con toda la objetividad posible, con respeto para todos los rivales y componentes de este apasionado mundo del fútbol, que sus cánticos sean de apoyo a sus colores, nunca de desprecio para nadie, ni nada.

Disfruten, sean felices con los éxitos de su equipo y recuerden que sólo es mi opinión lo que he expuesto, que pueden compartir o no. Eso si, cuídense mucho y a recuperar pronto la normalidad total.


martes, 9 de junio de 2020

SAN PEDJA

Artículo escrito por el periodista TOMÁS GUASCH

Veinte de mayo. San Pedja. Fueron unos días magníficos. Estaba yo en el AS y llegamos la víspera. A Amsterdam, digo. Relaño, Roncero, Tirado y yo nos fuimos a la casa donde nació Johan Cruyff, Dios le tenga en su gloria. Un barrio de casitas bajas donde todos se conocen. A uno de ellos le dio por decir que era menester espantar fantasmas. Que debíamos acercarnos y poner una bandera del Madrid en la puerta, la cancela, en cualquier parte. Y retratar el momento, claro. Equivalía a meter el primer gol.

Pero en nuestro fuero interno pensábamos que para ganar a aquella Juve no bastaba con una foto, una bandera, unas risas.

El golpe decisivo lo vivimos en las afueras del Amsterdam Arena, un par de horas antes del partido. Queríamos visitar el museo del Ajax, irle tomando el aire al partido y, de pronto, a un lado, apoyado en una columna, estaba Luis Molowny. Relaño, Torrico y yo gritamos: ¡El Mangas! Molowny, el ídolo de mi madre cuando se vino a Barcelona (1950) era un hombre-flor. Verle era la señal. Iba a ganar el Madrid. Molowny no había hecho ese viaje para perder. Él, no.

Ojo. Con el tiempo supimos que Mijatovic llegó al partido con eso que llamamos ciertas molestias. Estuvimos en el último entrenamiento del Madrid y no notamos nada. Vimos que cuatro o cinco se reían. Los demás, nada. Heynckes, el técnico, tampoco era la alegría de la huerta. También vimos a la Juve. Daba miedo. Es probable que aquel equipo haya sido el rival más fuerte y mejor que el Madrid ha enfrentado en una final, tiempos modernos por supuesto. Que el Milán de la Tercera era cosa fina, cuentan. Repasen aquel equipo italiano: a mi me sigue acollonando.

Empezó el partido. La tropa blanca sufría. Nosotros, menos. ¡Habíamos visto a Molowny! Pasó el tiempo y llegó el gol de Mijatovic. Y acabó una sequía de 32 años. La vuelta la hice en el avión del Madrid y tuve ocasión de escribir una larga entrevista con él, me dio para tres capítulos. Me sorprendió sobre todo como celebraron su gol en Podgorica, su pueblo: “Pegando tiros. Alí festejan así. Salieron con sus escopetas y pim-pam-pum”. El abrazo a Lorenzo, Sanz por supuesto. Las fotos de la prensa con la Copa, la noche de autos. Eran otros tiempos. Hoy se cumplen 22 años. Dentro de 222 seguiremos recordándolo. Nosotros, Dios sabe dónde…

Me falta el final. Llegamos al hotel sobre las cinco de la mañana. Estaba en Utrecht, en Amsterdam no habíamos encontrado habitación. Llegué y me fui hacia el teléfono. Llamé a Barcelona, a un amigo de toda la vida, muy culé. Fue una conversación breve después de seis o siete timbrazos.

Pepe, soy yo.

¿Pasa algo?

Que qué ha hecho el Madrid…

Colgó. Creo que se acordó de mi madre. 


martes, 2 de junio de 2020

MALDITO BICHO

Artículo escrito por EL MERENGÓN @elmerengonbcn 

Licenciado en derecho, español y madridista

La pandemia de coronavirus que desde hace semanas afecta a todo el planeta ha provocado el fallecimiento de miles de ciudadadanos y un ingente número de personas afectadas, seguramente muchos de ellos madridistas de corazón, de nacimiento o de adopción, que han llenado de dolor y sufrimiento a muchas familias. Cientos de personas que han perdido, de un día para otro, a sus padres o sus abuelos dejando un vacío inexplicable y en unas circunstancias excepcionalmente dolorosas.

La inesperada aparición de esta enfermedad y las medidas que han sido necesario adoptar para evitar nuevos contagios han impedido, además, que pudieran  despedirse de sus seres queridos; lo que ha acrecentado el desasosiego y el pesar de todos a quienes más de cerca han sufrido las devastadoras consecuencias de la enfermedad.

Hace pocos días recorrían continuos escalofríos por el cuerpo cuando  se sabía, por desgracia, del fallecimiento por esta enfermedad de un familiar de Nacho Fernández, del expresidente Lorenzo Sanz y del mito Gregorio Benito.

Por eso en estos días duros de confinamiento de la población en la lucha contra la pandemia del coronavirus, no podemos dejar de rendir un emotivo homenaje a tantos y tantos tantos otros madridistas anónimos, en especial para nuestros mayores, con quienes más se ha cebado la enfermedad, y con sus familias.