En los momentos más complicados y difíciles,
cuando todo parece que se va a hundir, el Real Madrid recupera su ADN histórico
y muestra que es un equipo al que nunca se puede dar por muerto.
La situación era complicada tanto en Liga como
en Champions, y en una semana venían tres partidos, que podían determinar la
temporada y el futuro del equipo. Complicados momentos para el Madrid que
empezaba a alejarse del primer puesto en la Liga y un partido a cara o cruz en
la Champions que podía dejarle fuera incluso de la Europa League.
El equipo asumió el reto y en Sevilla mostró su
cara sólida, propia de la temporada pasada, no concediendo ninguna ocasión de
gol a los de Lopetegui y aprovechando a la perfección las oportunidades de gol;
sin ser un partido brillante se consiguió el objetivo de ganar, lo que concedió
tranquilidad al equipo y a la afición. Más importante si cabe, fue la victoria
frente al Borussia Moenchengladbach, no sólo por la clasificación en primer
lugar del grupo, sino por la forma de jugar, dominio total y absoluto desde el
primer minuto, con un Modric espectacular que recordaba al de sus tiempos más
jóvenes. Golpe de autoridad encima de la mesa de cara a futuras eliminatorias
en esta competición.
Para finalizar de forma satisfactoria la semana
se obtuvo la victoria en el derbi frente al Atlético de Madrid, partido clave,
una derrota hubiera puesto muy complicado poder repetir el título. El Madrid,
consciente de la situación, volvió a mostrar una autoridad fuera de discusión y
borró a los colchoneros del campo, en ningún momento los de Simeone pudieron
desplegar su juego y Zidane dio una muy buena lección táctica.
Una semana que termina llena de triunfos y
alegrías, y que muestra a los rivales que el ADN victorioso del Madrid es
eterno y se equivocan aquellos que dan al equipo por muerto antes de tiempo,
cuanto más peligrosa sea la situación más fácil es que el Madrid salga
victorioso del envite.